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Visitamos la escuela n°47 de La Plata (17 de mayo 2019)

Actualizado: 15 feb 2021

Junto a estudiantes del colegio secundario estuvimos derrumbando mitos y miedos sobre la educación universitaria.


Participantes: Daniel, Inés, Iván, Pablo, Mica, Héctor



La jornada arranco poco antes de las 8:30. Llegue al laboratorio junto a mi equipo de mate con muchas expectativas sobre lo que iba a suceder ese día. Era la primera vez que iba a asistir a una escuela después de mucho tiempo.

Una vez cargados los materiales al auto de Daniel, que habíamos estado organizando durante la semana (entre los que estaban incluidos dos termos de nitrógeno líquido) partimos hacia la escuela. El viaje fue rápido y cuando llegamos a la escuela Inés salió a recibirnos, nos dijo que estaba reunida con el director de la escuela y pronto se uniría a nosotros. Cómo no sabíamos nada de Iván, le mandamos un mensaje. Se había equivocado de escuela, pero llegaría justo a tiempo para iniciar la actividad.

La escuela era hermosa. La fachada era recorrida por distintos murales coloridos y firmados por los mismos estudiantes de la escuela. Anteriormente Daniel nos había dicho que habían sido hechos por Luxor, un muralista que retoma las raíces andinas en sus obras. En el interior de la escuela se repetía la misma imagen, murales coloridos que introducían hacia un amplio patio lleno de luz. Sobre uno de los lados del patio se podía distinguir la parte más antigua de la escuela, que contrarrestaban con el ala más nueva y moderna que se encontraba frente a ella. Sobre las paredes de los pasillos, se podía ver una y otra vez carteles en los que se llamaba a la elección del logo de una huerta que iban a realizar, al parecer, en el pasto que se veía al fondo del gran patio.




Mientras observaba todo esto llegó Iván, que rápidamente se puso a ayudar a Pablo y Daniel. Ellos luchaban con los termos de nitrógeno, cuyas tapas se habían sellado durante el viaje con una fina pero resistente capa de hielo. Recuerdo que no ofrecí mi ayuda ya que el hecho de terminar bañado en nitrógeno me generaba mucho temor. Enseguida se nos sumó Inés, que esta vez venía acompañada por Mariano Toledo, el director de la escuela.

Él era un hombre joven, de unos cortos cuarenta años. Nos dijo que pronto empezaría el recreo y que podíamos esperar en una de las oficinas a que esto suceda, para luego poder preparar todo. En la oficina empezó a girar el mate, el que todes coincidieron en que estaba muy caliente y que incluso le generó alguna quemadura a Inés (un poco fue culpa mía, por no avisarle que estaba tan caliente). Luego de algunas quejas por lo ocurrido, Inés nos comentó que ella ya conocía al grupo, gracias a otro proyecto de nuestra facultad que trabajaba en la escuela, y que este era un grupo muy difícil de tratar debido a las realidades que les alumnes tenían. Mientras Inés nos contaba todo esto, llegó Mica, la última del equipo.

Mica había sido estudiante de esta escuela el año pasado, cuando decidió anotarse en la carrera de Ingeniería en Materiales. Ella aprovechó el tiempo previo a la actividad para hablar con quienes había compartido tantos años de su vida y luego debió dejar de ver.


De repente, escuchamos el timbre del recreo seguido por la aparición de Mariano, que nos acompañó hasta el aula. Estaba ubicada en la nueva ala de la escuela, y se la notaba bien equipada. En ella había una pantalla, y un gran televisor moderno, en el que luego proyectaríamos nuestras filminas. Mariano también nos contó, con un orgullo por su escuela que lo caracterizaba, que en esa aula también contaban con un gran número de computadoras portátiles y celulares, para poder acercar la tecnología a las aulas, pero que la infraestructura que tenían no les permitía convertirla en una sala tecnológica y que tenían que correr a les estudiantes que allí cursaban cada vez que otro curso quería usar algo de eso. En el aula también se repetía la misma imagen que en el resto de la escuela, carteles anunciando la huerta y obras de arte hechas por la misma gente del colegio y desparramadas de forma armoniosa a lo largo del aula.


acomodamos el material de la actividad mientras escuchábamos cumbia, que salía de algún parlante desde el patio. Cuando ésta se detuvo supimos que era el momento de dar inicio a la actividad y, siendo las 9:45, el grupo entró al aula.

Eran 12 chicos y chicas de edades variadas, pero ningune superaba los 19 años. Entre todes corrimos las mesas para poder sentarnos en ronda, y entre chistes y cargadas Inés propone jugar al WISH para relajarnos y entrar en confianza. En ese momento nos dimos cuenta que no habíamos llevado nada para comer y poder ofrecerle a les chiques, así que rápidamente salimos a comprar un chocolate (algo a corregir para la próxima actividad).

Luego del juego, hicimos una ronda de presentación en la que surgieron cosas que demostraban la heterogeneidad del grupo. Había quienes tenían más de 7 hermanes, quienes eran hijos únicos, quienes tenían hermanos y hermanas de distintos padres, quienes no sabían que iban a hacer después del colegio, quienes querían estudiar después de la escuela y quienes en su momento habían pensado en dejarla. Dentro del grupo que quería seguir estudiando había dos chicas que querían seguir arquitectura, una chica que quería hacer educación física, dos chicos que querían hacer alguna ingeniería y un chico que quería estudiar higiene y seguridad.

Cuando la ronda terminó, Inés comenzó a preguntar cuáles eran las características de un buen equipo de fútbol, y surgieron cosas interesantes. Se habló de la creatividad, de la disciplina, voluntad y trabajo en equipo.

Seguido de esto Iván dio la presentación sobre la carrera y, junto con algunas intervenciones de Daniel, se abordó el tema de la soberanía nacional y el rol de la ingeniería en ello, explicando lo que era el ArSat o cuáles eran los distintos tipos de materiales (cerámicos, polímeros, metales). Ante esto la reacción del grupo fue distinta a la esperada, no lo aceptaban ni lo rechazaban, sino que simplemente desconocían sobre los temas de los que hablábamos, lo que hizo de esta parte un poco engorrosa.


Aprovechamos la interrupción de la portera (que vino a traer sanguches a modo de comedor) para pasar a la siguiente y más esperada etapa, los experimentos con nitrógeno. Para esto tomamos solo dos voluntaries (tal vez la próxima puedan ser más), a quienes les dimos dos pelotas de goma, comprobando su estado al hacerlas rebotar contra el suelo antes y después de pasar por el nitrógeno. Algo que tal vez se pueda hacer la próxima visita es explicar qué es y cómo funciona el nitrógeno, ya que al no ser una escuela técnica algunes lo desconocían.





Finalmente hablamos sobre el sistema de becas. Les contamos sobre las posibilidades que brinda la facultad de ingeniería, como ayuda económica, comedor universitario, beca de apuntes, boleto universitario. En este momento Mica hizo una gran intervención, contando cómo había sido su experiencia en el curso de ingreso y las dificultades que tiene este y como había hecho para poder superarlo gracias a la perseverancia y la contención que recibió tanto de la facultad como de la escuela. También surgió el tema de trabajar y estudiar, por lo que yo les comenté cómo había sido mi experiencia desde que entré a la facultad hasta la actualidad, con lo que quedaron conformes.


Siendo alrededor de las 12 dimos por finalizada la jornada. La impresión que me lleve sobre el grupo en general fue buena, estaban atentos a lo que hacíamos y decíamos, pero no lograban comprenderlo muy bien, creo que en parte fue debido a la falta de incentivo que tenían para continuar con los estudios y a la falta de un incentivo de nuestra parte (facturas, más mate, etc.) para que logren concentrarse más en la actividad. Cuando nos estábamos retirando del aula, los dos chicos que querían estudiar ingeniería se acercaron a Iván para consultarle algunas cosas.

Saliendo de la escuela subimos todes al auto de Daniel, excepto Inés que tenía que ir a buscar a su hijo. Ya en el camino hicimos un pequeño balance sobre la actividad, en el que coincidimos que había salido bien, para luego preguntarle a mica sobre cómo venía con la facultad y cuáles eran las dificultades que estaba teniendo así ver en donde la podíamos ayudar. Rápidamente llegamos a la facultad, donde cada une retomó las responsabilidades que aquí tenía, pero (a mi parecer) no sin reflexionar a lo largo del día sobre lo que había ocurrido esa mañana.



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